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03 abril 2007

Rebeldías Posibles

Y siguiendo con el teatro, recientemente fui con una amiga a ver esta obra en la Sala Cuarta Pared. Lo primero que me llamo la atención al entrar en la sala fue que estaban las sillas colocadas alrededor de una mesa, dejando bastante espacio esta claro, pero no es la habitual disposición de escenario y en frente el patio de butacas.

Este gesto hace que los actores esten mucho más cerca y se viva la obra mucho más. Tras este pequeño Shock inicial, empieza la obra con los actores separandose cada uno hacia un extremo de esa mesa y mirando hacia el público contandoles lo que van a ver a continuación.

La obra en si, de la que podeis ver una sinopsis un poco más abajo, esta muy bien, tiene momentos totalmente delirantes y otros que te ponen la piel de gallina. Los actores lo hacen todos muy bien, pero el que más me gusto fue el apostata....aunque si bien es cierto que era el personaje que más fácilmente podia llegar hasta el público.

Como ya he dicho antes, lo mejor, la originalidad y la cercanía de los actores al público. Lo peor....que una escena "no ocurra" realmente...y si quieres saber a cual me refiero, ve a ver la obra.

Autores: Luis García-Araus, Javier G. Yagüe
Compañía: Cuarta Pared
Intérpretes María Antón, Frantxa Arraiza, José Melchor, Javier Pérez-Acebrón, Asu Rivero, José Sánchez
Espacio escénico y vestuario: María Luisa de Laiglesia
Iluminación: Eduardo Vizuete
Edición de sonido: Carlos Bercial
Fotografía: Alberto Soler
Diseño del cartel: Sara Mateos
Diseño gráfico: José Antonio Aguado
Producción, Comunicación y Distribución: Cuarta Pared
Ayudante de producción: David Utrilla
Ayudante de dirección: Elvira Sorolla
Dirección: Javier G. Yagüe

Sinopsis: Un día, nuestro hombre decide reclamar a una teleoperadora la devolución de unos céntimos por estar en desacuerdo con el criterio aplicado en las tarifas. Ante el desinterés de la empresa por responder a su reclamación, decide llegar hasta el final. Las quejas, denuncias, reclamaciones, recursos y apelaciones le llevan tiempo y dinero. Su mujer entiende el gesto, pero no una causa tan insignificante. En realidad, todo el mundo aplaude el gesto, pero se ríe de la causa. Las artimañas de la teleoperadora le exigen cada vez más tiempo y dinero, lo que amenaza con arruinar su vida familiar y laboral. Tan sólo encuentra consuelo en una compañera de trabajo que ve en él un quijote contemporáneo, paciente y determinado. Ella le presenta a varias personas como un ejemplo a seguir y sin quererlo, pues si hay algo que rechaza es el afán de notoriedad, se ve obligado a asumir la responsabilidad de liderar las acciones reivindicativas de este grupo formado espontáneamente. A partir de ahí, su vida se desliza por una pendiente de final impredecible, pues la actividad del grupo le enfrenta a situaciones que entran en absoluta contradicción con las ideas que impulsaron su discreta acción inicial.

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