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27 febrero 2007

Habitación 535

- ¡¡Oh Dios mío!! - pensé en este mismo instante - no puedo creer que esto me este sucediendo a mi, si hace escasamente doce horas estaba en mi casa desayunando tranquilamente. Sentí un dolor sordo en el pecho al recordar que todo aquello podía haberlo evitado con el simple gesto de devolver el paquete a su verdadero destinatario.

Aquella mañana soleada alguien llamó al timbre, dejé mi tostada en la mesa y abrí la puerta. Era el cartero que traía un paquete sin destinatario. Firmé el recibo y abrí el paquete. Allí había un sobre, junto a un traje negro precioso y multitud de objetos raros.

Lo primero que hice fue abrir el sobre, que contenía una carta que iba para un tal José Enrique García, un carné y otros objetos identificativos. Al ver la foto del carné, no pude reprimir mi sorpresa pues se trataba de mi vecino de enfrente, estaba claro que el cartero se había equivocado. Debí haberlo cerrado todo y entregárselo a mi vecino en ese momento, pero mi curiosidad pudo más y me puse a leer la carta.

La carta era muy escueta y simplemente decía que ya estaba todo preparado y que simplemente debería ir al Hotel Hilton, a la habitación 535, con el carné le dejarían pasar sin ningún problema. Increíble – fue lo primero que pensé – el Hilton nunca imaginaria que tendría la posibilidad de entrar en una habitación de allí. Más adelante explicaba también el funcionamiento de alguno de los objetos, esto es igual que en una película de espías.

Había un reloj que disparaba un rayo láser, unas gafas de sol con visión de rayos X y visión nocturna, y algunos otros aparatitos muy interesante. Tras ver todo esto, tome la peor decisión que podía haber tomado. Decidí suplantar a mi vecino, cambie su foto por la mía en el carné – un hecho que me resultó mas fácil de lo que imaginaba – me puse el traje, que me quedaba increíblemente bien, me puse el reloj, las gafas de sol y me dispuse a disfrutar de este regalo caído del cielo.

Lo primero que hice, como creo que hubiera hecho cualquier otro hombre, es ir a probar esas gafas, así que me dirigí al parque mas cercano y en cuanto paso una chica active la visión de rayos X. Quede anonadado al comprobar que los rayos X solo afectaban a la materia inorgánica con lo que pude ver a esa chica en su máximo esplendor. Estuve observando de esa manera a varias mujeres hasta que recordé la habitación del Hilton. Fui dando un paseo hasta llegar a la puerta del hotel, estaba bastante nervioso, respire hondo y entre con paso decidido hasta la recepción, le dije que tenia una reserva, le enseñe el carné y espere mientras el recepcionista iba a comprobar los datos. Fueron unos minutos bastante tensos, pensando que iba a ver la falsificación o que todo lo de la carta no era mas que una broma de mal gusto, pero nada de eso paso y a los pocos minutos ya estaba allí con la llave de la habitación.

Subí por el ascensor hasta el último piso, donde estaba la habitación, abrí la puerta y note como alguien me golpeaba, perdiendo el sentido antes de poder verle la cara. Cuando desperté estaba en la habitación pero rodeado de varios tipos encapuchados, con un signo extraño en la ropa y apuntándome con una pistola, de entre todos ellos sobresalía uno, el único sin arma, que fue el que se dirigió a mi.

- Bueno, señor García, al fin tenemos el gusto de vernos cara a cara – dijo mientras se despojaba de la capucha. - No sabe como he esperado este momento. Tras haber frustrado tantos de nuestros planes, es un placer inmenso haberle capturado.

- Espere, creo que debe saber una cosa, yo no soy García solamente fingí ser el, mentí para poder disfrutar de una habitación que no podría permitirme y usar estos objetos tan curioso, pero de verdad que no se a que se esta refiriendo.

- Si quieres intentar librarte de esto, tendrías que inventarte algo mejor, pero tampoco te iba a servir de nada, mi departamento de espionaje lleva mucho tiempo siguiéndote y te han enviado ese paquete que has recibido, así que no hay error posible.

- Pero es que...

- Ni peros ni nada, cállate y escucha si no quieres que te disparemos. Si te fijas tienes un brazo atado a una bomba, pero te hemos dejado libre la mano del reloj para que puedas cortar la cadena si es tu deseo. ¿Te preguntaras por que te dejamos con la posibilidad de librarte de la bomba?

- Asiento con la cabeza

- Muy sencillo, esa bomba no es una bomba normal y corriente, es una bomba neurológica, y tiene un alcance de 100 kilómetros a la redonda. Es decir freira el cerebro a todos aquellos que se encuentren a 100 kilómetros de la explosión, excepto si están protegido por un material de nuestra invención. Como habrás podido suponer, esta habitación esta forrada de ese material, es el único lugar de la ciudad donde se estaría a salvo de la explosión, excepto si es el núcleo de la misma...

- En cuyo caso solo afectaría a la gente que este dentro de esta habitación – terminó yo.

- Efectivamente. Bueno señor García debemos despedirnos ya, tienes 5 minutos para decidir si mueres tú o nos matas a nosotros y al resto de la ciudad. Por cierto, cerraremos la puerta con llave y las ventanas son irrompibles para evitar que pueda propagarse la explosión, pero con esas maravillosas gafas seguro que encuentras la forma de desacerté de la bomba si es tu decisión.

- ¿Por qué?, ¿por qué haces esto? ¿Por qué me das la opción de salvarme?

- ¿Por qué? Sencillo, lo hago por venganza, por destrozarnos tantos planes. Y el darte la oportunidad, simple, por que hagas lo que hagas ganamos nosotros. Si tu mueres nosotros ganamos, si escapas morirán miles de personas y será responsabilidad tuya ¿podrás vivir con ese peso en tu conciencia?, no lo creo, y aunque no fuera así, la muerte de miles de personas nos ayudaría en nuestros planes de conquista, así que hagas lo que hagas nosotros ganamos.

Tras estas palabras se fueron yendo uno tras otros, oí como se cerraba la puerta y vi como el contador de la bomba empezaba a bajar. Así me encuentro ahora, sopesando mis opciones.

Por un lado estaba la opción de sacrificarme para que miles de personas pudieran sobrevivir, mientras que en el otro lado de la balanza estaba el sacrificar a miles de personas y parte de mi alma para que pudiera seguir viviendo.

¿Podría vivir con ese peso sobre mí? Si lo pienso fríamente en esta ciudad solo tengo un trabajo de mierda con un sueldo ínfimo, claro que también están aquí mis familiares y mis amigos que morirían si decido salvarme. Quedan 3 minutos. Es la decisión más difícil de mi vida, y tengo que tomarla por culpa de una mentira. Morir o matar a mis seres queridos junto al resto de la ciudad.

Quedan 2 minutos. Tengo la decisión tomada, utilizo el láser de mi reloj, rompo la cadena que me ata a la bomba. Queda un minuto y medio. Me colocó las gafas y encuentro una abertura y el interruptor para abrirlo. Corro hacia él, solo queda un minuto, lo pulso, se abre el hueco hacia el exterior y lanzo la bomba hacia allí

Cierro la abertura y miro a la ciudad durante este último minuto de vida. Pienso en que acabo de sacrificar la vida de miles de personas para tener la oportunidad de empezar mi vida desde cero.

La bomba explota cubriendo toda la ciudad con un resplandor azul, mientras lo miro no puedo evitar que una lágrima recorra mi mejilla. Pedro ha muerto con esta explosión, mi nombre es García, José Enrique García.


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Este fue el relato con el que me presente al concurso TDL VI de Sedice.com. Desgraciadamente quedé eliminado en la primera ronda. Este fue el primer relato que escribí en serio y que presente a algun concurso

1 comentario:

Anónimo dijo...

Wenas! ^^
Como ya sabes me encantan tus relatos!
En especial los finales, diferentes, inesperados, poco convencionales... y tus protagonistas son... tan humanos! xD

Todos estan geniales pero me gusta uno en concreto: "El Gordo" el final es... no se... ¡¡PUM!! simplemente me encanta xDDD
A ver si escribes alguna historia mas larga que quiero leer mas! :P

Ta pronto! y sigue escribiendo! ^^