Algunos de vosotros ya conoceis este relato...para la mayoría es nuevo. Espero que os guste y que me digais vuestras criticas.
Cualquier parecido del relato con la realidad es mera coincidencia.
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Por culpa de la rubia
No debería haber llegado a este punto, no debería haberme arruinado la vida...y todo por culpa de la rubia. Pero no debo empezar por aquí, debo poneros en antecedentes o sino, no comprenderéis nada.
Era un hombre de éxito. Estaba cursando el quinto año de carrera, Ingeniería de Telecomunicaciones para más señas, habiendo conseguido sacar todos los años anteriores con matricula era normal que estuviera becado, y que tuviera ante mi un futuro prometedor. Además de eso era la envidia de media facultad, no por mis notas, sino por que en el primer año, había conseguido ligarme a la tía más guapa que os podáis echar a la cara. Ella es rubia, con unos ojos color azul cielo en los que es fácil perderse horas y horas, una cara angelical, una sonrisa profident, y un cuerpo...ains un cuerpo en el que es una delicia perderse. Vamos la típica tía buena con la que sueñan todos los hombres. Desgraciadamente no tiene mi talento para el estudio y se ha quedado un par de cursos más atrasada que yo aunque, según ella, gracias a mi lleva la carrera tan bien. Por otro lado, tuve la fortuna de nacer en el seno de una familia adinerada, con lo que el vil metal nunca me ha dado quebraderos de cabeza, y a mis 18 años ya tenía mi propia casa y mi propio coche, regalo de mi padre por entrar en la universidad con esas notas.
Como era de esperar, al poco de empezar este último curso me hicieron una oferta para trabajar de becario en una empresa, invitándome a una fiesta privada para que conociera a los directivos, que casualmente eran amigos de mis padres. Si llegó a saber que esa fiesta supondría mi ruina jamás hubiera asistido, pero en ese momento me pareció la oportunidad de labrarme un futuro, tal y como dice mi padre.
Así que llegado el día me arregle con mis mejores galas y me preparé para ir a la fiesta. Recuerdo que estaba muy nervioso porque era la primera vez que iba a una fiesta de algún tipo, había pasado la mayor parte de mi juventud estudiando para poder sacarme la carrera, y el poco tiempo que conseguía sacar libre lo pasaba a solas con mi novia. Ella se alegró mucho cuando le di la noticia, siempre esta diciéndome que debo relacionarme más con la gente, que tendría que acompañarla a una de las fiestas de la universidad, que tengo que divertirme más, etcétera, etcétera, con lo que la idea de que fuera a una fiesta, aunque fuera una fiesta de empresa, le alegro mucho.
Como no es mi intención aburriros con la fiesta, la resumiré muy mucho. La fiesta se dio en la mansión del director de la empresa. La mansión tenia dos pisos, pero la fiesta solamente ocupaba el salón del piso de abajo. Era una fiesta formal, en la que se aprovechaba para hablar sobre el futuro de la empresa y los nuevos proyectos. Había copas de cava repartidas por eficaces camareros, y varias mesas con diversos aperitivos. Sin saber por que, mis ojos no pudieron evitar fijarse en una chica que estaba sentada en la escalera, supongo que me llamaría la atención por su apariencia, su ropa informal, vaqueros y una camiseta de tirantes ajustada, llamaba poderosamente la atención entre tanto traje y vestidos. Tal vez lo que me llamó la atención fue su actitud, su tremendo pasotismo ante lo que estaba sucediendo, la forma en la que se sentaba en la escalera y cogía una de las latas del pack dejaban claro que le daba lo mismo lo que pensara el resto de la gente, mientras que en el salón todo el mundo nos esforzábamos por caer bien a todo el mundo.
Puede que lo que me impulsó a acercarme a ella fuera alguno de esos motivos, o puede que fuera el color rubio platino de su pelo despeinado, la forma en que le caía el pelo por el flequillo y ella se lo quitaba. O a lo mejor era por que cada vez que se colocaba las gafas a mi me recorría un pequeño escalofrío. No se realmente por que motivo fue, pero tras unos minutos de indecisión, de recorrer su figura – y que figura – con la mirada, decidí acercarme a hablar con ella. Los temas de los que hablamos y como se desarrollo la conversación es irrelevante para lo que nos ocupa. Lo realmente importante es que ella me ofreció una lata de ese mágico brebaje que llaman cerveza.
Yo al principio me resistí, puesto que jamás había probado gota de alcohol, con la excepción del cava o champaña y en contadas ocasiones. No se si fue por su insistencia o por intentar caer bien a esa bella damisela, que gracias a la conversación con ella descubrí que era la hija del presidente de la compañía, que al final cedí a tomarme una cerveza con ella. Esa fue mi perdición. Aún no lo sabia, pero en el momento en el que el suave néctar de esa rubia tocó mis labios dilapidé mi futuro. Nunca pensé que pudiera gustarme algo de alcohol, pero en ese instante comprendí que si los dioses existen, deben de beber cerveza. La noche continuo y entre Cristina, que así se llama la chica y yo nos bebimos ese pack de cervezas, y un segundo, y un tercero. Por suerte, recuerdo que pensé en ese momento, he debido heredar alguna resistencia al alcohol y solamente estaba un poco mareado, con lo que no me costó regresar a mi casa.
Al principio no le di demasiada importancia al asunto, pensé que podría controlarlo sin problemas, pero antes de darme cuenta todo empezó a ir mal. En vez de desayunar mi café con leche en la universidad, antes de la primera clase, empecé a tomarme un bocadillo y una cervecita, para empezar el día con fuerza. Semanas después me dejaba convencer por mi novia para ir a alguna fiesta universitaria, donde se quedó anonadada al verme beber, y donde descubrí nuevas bebidas (ron y whisky, sobre todo) diferentes tipos de cervezas, con las que ampliar mi horizontes. Antes de que me diera cuenta era incapaz de hacer nada si no tenia cercar una cerveza o mi petaquita con ron o whisky, dependiendo del día.
Y llegaron los exámenes, y yo pasaba la mayor parte borracho o en el proceso de emborrachamiento. Si no llega a ser por mi novia no me hubiera presentado a ningún examen...aunque el resultado hubiera sido el mismo. Diana, que así se llama, veía lo que yo era incapaz de ver, que me estaba hundiendo en la miseria y que lo estaba echando todo por la borda. Años de sufrimiento y esfuerzos tirados a la basura. Tenia razón, pero yo no lo veía, simplemente me lo tomaba como un descanso necesario para quitarme un poco la presión y el estrés.
Pasaron los meses, y las cosas con Diana empeoraron, empezaron las discusiones, ella no cedía ni un ápice en su esfuerzo por intentar abrirme los ojos, y yo...yo solamente quería abrir la siguiente lata o botella de alcohol. Hasta que un día la perdí definitivamente, se harto de luchar para nada y se fue. De repente me encontré solo. Sólo las botellas estaban a mi lado. Cada día que pasaba, estaba más tiempo encerrado bebiendo y menos en la calle. Llegó un momento en el que únicamente salía de mi casa para ir a comprar cerveza y poco más.
Al cabo del tiempo, me llegó una carta en la que decían que me retiraban la beca. Más tarde llegó otra en la que me informaban de que había perdido la plaza en la universidad por no matricularme en las fechas para ello. Unos días después llegó una carta de mis padres en la que se avergonzaban de mi y me desheredaban.
Y yo, únicamente bebía. Bebía para olvidar, bebía para superar las malas noticias, bebía por vicio, bebía por placer. Bebía por que era lo único que podía hacer. Y seguiría bebiendo si no fuera por que antes de ayer se acabó el alcohol, y me pasé todo el día durmiendo. Ayer me levanté con una resaca interesante, así que me fui a por mi “dosis” diaria. Pero pase por un escaparate, y en unos de mis pocos días lucidos, me mire. Y lo que vi me asusto. Mi reflejo era el de un vagabundo, el de un pordiosero. Inevitablemente vino a mi mente el recuerdo de quien era, de lo que tenía, de todo lo que había perdido. Y cambie de dirección. Aunque mis padres me hubieran desheredado, aun conservaba la llave de su casa.
Y aquí me encuentro. En el escritorio de mi padre, terminando de escribir esta carta de despedida, con una pluma en la mano derecha y el revolver de mi viejo en la izquierda. Lo he perdido todo, ya no tengo nada por lo que merezca vivir, y se que en cuanto me descuide volveré a caer en los brazos de esa espumosa rubia que me ha llevado a este infierno. Sólo hay una manera de acabar con esto. Aquí os dejo mi historia para que se la facilitéis al señor juez y a la policía para que no haya ninguna duda de que tomo esta decisión por voluntad propia. Y para que así quede reflejado firmó en el día de hoy.
Tras firmar la carta y poner un sujetalibros encima, Pedro sujeta el revolver contra su sien, amartilla el arma, y un segundo después el escritorio de su padre está manchado con su sangre, mientras su cuerpo cae de la silla, inerte, sin vida.
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Al principio de escribirlo tenia en mente era otra cosa....pero esto es lo que ha salido. Espero vuestros comentarios.
3 comentarios:
hola,soy elena la amiga de ana. te conoci el otro dia y estaba cotilleando por los blogs.
la verdad es que la historia me ha gustado,tambien escribes? y es que la verdad es que la cerveza es muy mala,cuando la pruebas ya no se puede dejar
weno y los mojitos,la sangria
un beso
Hola Elena :-D
Muchas gracias, por el comentario. A veces escribro, si, cuando me da el venazo ;-). Me alegro que la historia te haya gustado.
Un beso, y espero verte a menudo por aquí ;-).
Me ha gustado la historia. Muy bien llevada, si señor ;)
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